“¡Pilotos, a sus puestos! Con este juego las fronteras del universo fueron expandidas.”
Si
el espacio es infinito y lleno de posibilidades, ¿Por qué continuar con
juegos de acciones limitadas? Evochron Mercenary es un juego de
exploración espacial que no posee un camino fijo.
Puedes transformarte en un
temible mercenario, un piloto de carreras galácticas, un codiciado
comerciante o un transportador de objetos de valor. Todo depende de las
acciones y del camino que elijes para realizar los objetivos.
TU NAVE, TU CASA
La nave es mucho más que un
transporte, pues la embarcación definirá su función por medio de las
habilidades de los tripulantes. De acuerdo con la profesión elegida al
comienzo del juego, alteras las configuraciones iniciales. La lista de
comando es compleja, pero un buen tutorial detallado explicará lo que no
es capaz de ilustrar.
Nada impide que un
comerciante posea armamentos pesados o que un mercenario amplié la
capacidad de carga. Los componentes de la nave pueden ser mejorados en
cualquier estación espacial. En estos lugares también puedes reabastecer
conforme la necesidad de la nave y hacer reparaciones de emergencia.
¿Cual camino elegir?
Después de comprar un arma a
laser en un determinado punto del espacio, descubres que el mismo
producto vale el doble en otra región. De esta forma surge una buena
oportunidad para transportar y revender mercadorías. Inmediatamente,
serás desafiado por una nave para una carrera hasta el otro lado de la
galaxia.
Otra posibilidad: conoces
pilotos que están dispuestos a pagar caro para quien mata los piratas
que saquearan la estación más próxima. Si los piratas son buenos,
¿quiere decir que fuiste engañado por los contratantes? Con todas estas
alternativas, es casi imposible dedicarse a un solo camino.
La diversión del título es
explorar las variadas opciones. Obvio que viajar algunos años luz
transportando piedras difícilmente despertará adrenalina en los
jugadores más radicales. Si este es tu perfil, hazte un saqueador del
espacio perseguido por toda la galaxia.
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